No la saludé, no hay excusas. Lo volvería a hacer, porque no me importó.
Pero por un momento de la nada gire mi cabeza 45 grados y nos vimos directo a los ojos, fue como haber disparado al vacío y haber acertado.
Me asusté, yo no giré mi cabeza, giró sola. Volví a ver al frente y desaparecí todo lo que estaba a mis lados y concentré mi atención en mi acompañante.
"¿Te traigo otro vaso de cheve?"
"Sí, pero apúrate ¿OK?"
Y en el camino le escupí al vaso. Igual, después nos besamos, no la pensé bien.
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