El otro día en la oficina a la hora de la comida estaba un bato acompañado de una mujer comiendo y la morra no dejaba de hablar, no paraba de expresarse, aproximadamente salían unas 210 palabras de su boca por minuto y el bato tenia la mirada más perdida que jamas hubiera visto en toda mi vida.
Comiendo enseguida de ellos estaba yo y le dije al bato "Oye, disculpa, pásame las servilletas" y el bato despertó de un profundo sueño que al parecer llevaba años y dijo "¡A la verga ESTOY VIVO!" y tiro la canasta de condimentos hacia la ventana más próxima haciendo volar miles de pedazos de vidrio por todo el lugar, luego se levanto y se escapó por la ventana como si supiera que nada es imposible.
Más tarde ese día el jefe mandó un correo muy importante especificando cual era el primer piso y cual el segundo.
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